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OTELO.
GRACIANO.

Ahí viene un hombre medio desnudo, con armas y luz.

YAGO.

¿Quién es? ¿Quién grita «asesino»?

LUDOVICO.

No lo sabemos.

YAGO.

¿No habeis oido voces?

CASIO.

¡Favor de Dios! ¡Por aquí, por aquí!

YAGO.

¿Qué sucede?

GRACIANO.

Si no me equivoco, es la voz del alférez de Otelo.

LUDOVICO.

No tiene duda. Y es Valentin tu mancebo.

YAGO.

¿Quién eres tú que tan amargamente te quejas?

CASIO.

Yago, me han acometido unos asesinos, dame favor.

YAGO.

¡Dios mio! ¡Mi teniente! ¿Quién os ha puesto de esa manera?

CASIO.

Uno de ellos está herido cerca de mí, y no puede huir.