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OTELO.

pensamientos! Si muero antes que tú, amortájame con esas ropas.

EMILIA.

¡Pensar ahora en morirte! ¡Qué absurdo!

DESDÉMONA.

Bárbara se llamaba una doncella de mi madre. Su amante la abandonó, y ella solia entonar una vieja cancion del sauce, que expresaba muy bien su desconsuelo. Todavía la cantaba al tiempo de morir. Esta noche me persigue tenazmente el recuerdo de aquella cancion, y al repetirla siento la misma tristeza que Bárbara sentia. No te detengas... ¡Es agradable Ludovico!

EMILIA.

Mozo gallardo.

DESDÉMONA.

Y muy discreto en sus palabras.

EMILIA.

Dama veneciana hay, que iria de buen grado en romería á Tierra Santa sólo por conquistar un beso de Ludovico.

DESDÉMONA (canta).

«Llora la niña al pié del sicomoro. Cantad el sauce: cantad su verdor. Con la cabeza en la rodilla y la mano en el pecho, llora la infeliz. Cantad el fúnebre y lloroso sauce. La fuente corria repitiendo sus quejas. Cantad el sauce y su verdor. Hasta las piedras se movian á compasion de oirla.»

Recoge esto.

«Cantad el sauce, cantad su verdor.»

Véte, que él volverá muy pronto. (Canta.)