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OTELO.
DESDÉMONA.

¿Qué horrible sospecha?...

OTELO.

(A Emilia.) Aléjate, déjanos solos, y cierra la puerta. Si álguien se acerca, haznos señal tosiendo. Mucha cautela. Véte. (Se va Emilia.)

DESDÉMONA.

Te lo suplico de rodillas. ¿Qué pensamientos son los tuyos? No te entiendo, pero pareces loco furioso.

OTELO.

¿Y tú qué eres?

DESDÉMONA.

Tu fiel esposa.

OTELO.

Si lo juras, te condenas eternamente, aunque puede