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O T E L O.
RODRIGO.

Así lo haré.

YAGO.

Tiene mal genio, y fácilmente se incomodará y te pondrá la mano en el rostro; con tal ocasion le desafias, y esto me basta para que se arme un tumulto entre los isleños, que llevan muy á mal el gobierno de Casio. No pararemos hasta quitarle su empleo. Así allanas el camino que puede conducirte á tu felicidad. Yo te ayudaré de mil modos, pero antes hay que derribar el obstáculo mayor, y sin esto no podemos hacer nada.

RODRIGO.

Haré todo lo que las circunstancias exijan.

YAGO.

Ten confianza en lo que te digo. Esperaré en el castillo, á donde tengo que llevar los cofres del moro. Adios.

RODRIGO.

Adios. (Se va.)

YAGO.

Para mí es seguro que Casio está enamorado de ella, y parece natural que ella le ame. Á pesar del odio que le tengo, no dejo de conocer que es el moro hombre bueno, firme y tenaz en sus afectos, y á la vez de apacible y serena condicion, y creo que será buen marido para Desdémona. Yo tambien la quiero, y no con torpe intencion (aunque quizá sea mayor mi pecado). La quiero por instinto de venganza, porque tengo sospechas de que el antojadizo mozo merodeó en otro tiempo por mi jardin. Y de tal manera me conmueve y devora esta sospecha, que no quedaré contento hasta