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O T E L O.
CASIO.

Preguntad quién ha llegado.

CABALLERO 2.°

No tardaré. (Vase.)

MONTANO.

Decid, señor Casio: ¿el gobernador es casado?

CASIO.

É hizo una gran boda, porque su dama es de tal perfeccion y hermosura que ni pluma ni lengua humana pueden describirla, y vence todos los primores del arte la realidad de sus encantos. (Sale el caballero 2.°) ¿Quién ha llegado?

CABALLERO 2.°

Yago, el alférez del gobernador.

CASIO.

Rápido y feliz ha sido su viaje. Huracanes, mares alborotados, vientos sonoros, bancos de arena y falaces rocas, escollo del confiado navegante, han amansado un instante su natural dureza, cual si tuvieran entendimiento de hermosura, para dejar paso libre y seguro á Desdémona.

MONTANO.

¿Y quién es Desdémona?

CASIO.

Aquella de quien te hablé, la mujer de nuestro gobernador, que dejó á cargo de Yago el conducirla aquí. Por cierto que se ha adelantado cerca de siete dias á nuestras esperanzas. ¡Dios soberano, protege á Otelo, manda á sus velas viento favorable, para que