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Y JULIETA.

muy separado para aparentar más. Yo, al ver tal miseria, he pensado que aunque está prohibido so pena de muerte, el despachar veneno, quizá este infeliz, si se lo pagaran, lo venderia. Bien lo pensé, y ahora voy á ejecutarlo. Cerrada tiene la botica. ¡Hola, eh!

(Sale el Boticario.)
BOTICARIO.

¿Quién grita?

ROMEO.

Oye. Tu pobreza es manifiesta. Cuarenta ducados te daré por una dosis de veneno tan activo que, apenas circule por las venas, extinga el aliento vital tan rápidamente como una bala de cañon.

BOTICARIO.

Tengo esos venenos, pero las leyes de Mántua condenan á muerte al que los venda.

ROMEO.

Y en tu pobreza extrema ¿qué te importa la muerte? Bien clara se ve el hambre en tu rostro, y la tristeza y la desesperacion. ¿Tiene el mundo alguna ley, para hacerte rico? Si quieres salir de pobreza, rompe la ley y recibe mi dinero.

BOTICARIO.

Mi pobreza lo recibe, no mi voluntad.

ROMEO.

Yo no pago tu voluntad, sino tu pobreza.

BOTICARIO.

Este es el ingrediente: desleidlo en agua ó en un licor cualquiera, bebedlo, y caereis muerto en seguida, aunque tengais la fuerza de veinte hombres.