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ACTO V.

ESCENA PRIMERA.

Calle de Mántua.

ROMEO y BALTASAR.


ROMEO.

S

I hemos de confiar en un dulce y agradable sueño, alguna gran felicidad me espera. Desde la aurora pensamientos de dicha agitan mi corazón, rey de mi pecho, y como que me dan alas para huir de la tierra. Soñé con mi esposa y que me encontraba muerto. ¡Raro, fenómeno: que piense un cadáver! Pero con sus besos me dio tal vida que, al despertar, no me hubiera trocado por un emperador. ¡Oh, cuan dulces serán las realidades del amor, cuando tanto lo son las sombras! (Entra Baltasar.) ¿Traes alguna nueva de Verona? ¿Te ha dado Fray Lorenzo alguna carta para mí? ¿Cómo está mi padre? ¿Y Julieta? Nada malo puede sucederme si ella está buena.