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Y JULIETA.
PÁRIS.

¡Yo que tanto deseaba ver este dia, y ahora es tal vista la que me ofrece!

SEÑORA DE CAPULETO.

¡Infeliz, maldito, aciago dia! ¡Hora la más terrible que en su dura peregrinacion ha visto el tiempo! ¡Una hija sola! ¡Una hija sola, y la muerte me la lleva! ¡Mi esperanza, mi consuelo, mi ventura!...

AMA.

¡Dia aciago y horroroso, el más negro que he visto nunca! ¡El más horrendo que ha visto el mundo! ¡Aciago dia!

PÁRIS.

¡Y yo burlado, herido, descasado, atormentado! ¡Cómo te mofas de mí, cómo me conculcas á tus plantas, fiera muerte! ¡Ella, mi amor, mi vida, muerta ya!

CAPULETO.

¡Y yo despreciado, abatido, muerto! Tiempo cruel, ¿por qué viniste con pasos tan callados á turbar la alegría de nuestra fiesta? ¡Hija mia, que más que mi hija era mi alma! ¡Muerta, muerta, mi encanto, mi tesoro!

FRAY LORENZO.

Callad, que no es la queja remedio del dolor. Antes vos y el cielo poseiais á esa doncella: ahora el cielo solo la posee, y en ello gana la doncella. No pudisteis arrancar vuestra parte á la muerte. El cielo guarda para siempre la suya. ¿No queríais verla honrada y ensalzada? ¿Pues á qué vuestro llanto, cuando Dios la ensalza y encumbra más allá del firmamento? No amais