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Y JULIETA.

da en las calles de Verona? Deteneos, Teobaldo y Mercutio. (Se van Teobaldo y sus amigos.)

MERCUTIO.

Mal me han herido. ¡Mala peste á Capuletos y Móntescos! Me hirieron y no los herí.

ROMEO.

¿Te han herido?

MERCUTIO.

Un arañazo, nada más, un arañazo, pero necesita cura. ¿Dónde está mi paje, para que me busque un cirujano? (Se va el paje.)

ROMEO.

No temas. Quizá sea leve la herida.

MERCUTIO.

No es tan honda como un pozo, ni tan ancha como el pórtico de una iglesia, pero basta. Si mañana preguntas por mí, verásme tan callado como un muerto. Ya estoy escabechado para el otro mundo. Mala landre devore á vuestras dos familias. ¡Vive Dios! ¡Que un perro, una rata, un raton, un gato mate así á un hombre! Un maton, un pícaro, que pelea contra los ángulos y reglas de la esgrima. ¿Para qué te pusiste á separarnos? Por debajo de tu brazo me ha herido.

ROMEO.

Fué con buena intencion,

MERCUTIO.

Llévame de aquí, Benvolio, que me voy á desmayar. ¡Mala landre devore á entrambas casas! Ya soy una gusanera. ¡Maldita sea la discordia de Capuletos y Montescos! (Vanse.)