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ROMEO
JULIETA.

Mucho siento tus males, pero acaba de decirme, querida ama, lo que te contestó mi amor.

AMA.

Habló cómo un caballero lleno de discrecion y gentileza; puedes creerme. ¿Dónde está tu madre?

JULIETA.

¿Mi madre? Allá dentro. ¡Vaya una pregunta!

AMA.

¡Válgame Dios! ¿Te enojas conmigo? ¡Buen emplasto para curar mis quebraduras! Otra vez vas tú misma á esas comisiones.

JULIETA.

Pero ¡qué confusión! ¿Qué es en suma lo que te dijo Romeo?

AMA.

¿Te dejarán ir sola á confesar?

JULIETA.

Sí.

AMA.

Pues allí mismo te casarás. Vete á la celda de fray Lorenzo. Ya se cubren de rubor tus mejillas con tan sencilla nueva. Vete al convento. Yo, iré por otra parte á buscar la escalera, con que tu amante ha de escalar el nido del amor. A la celda, pues, y yo á comer.

JULIETA.

¡Y yo á mi felicidad! ama mia.