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ROMEO

de suspiro amoroso: respóndeme con un verso solo en que aconsonen bienes con desdenes, y donde eches un requiebro á la madre del Amor y al niño ciego, que hirió con sus dardos al rey Cofétua, y le hizo enamorarse de una pobre zagala. ¿Ves? no me contesta ni da señales de vida. Conjuróte por los radiantes ojos, y por la despejada frente, y por los róseos labios, y por el breve pié y los llenos muslos de Rosalía, que te aparezcas en tu verdadera forma.

BENVOLIO.

Se va á enfadar, si te oye.

MERCUTIO.

Verás cómo no: se enfadaria, si me empeñase en encerrar á un demonio en el círculo de su dama, para que ella le conjurase; pero ahora veréis cómo no se enfada con tan santa y justa invocacion, como es la del nombre de su amada.

BENVOLIO.

Sígueme: se habrá escondido en esas ramas para pasar la noche. El amor como es ciego, busca tinieblas.

MERCUTIO.

Si fuera ciego, erraria casi siempre sus tiros [1]. Buenas noches. Romeo. Voyme á acostar, porque la yerba está demasiada fria para dormir. ¿Vámonos ya?

BENVOLIO.

Vamos, ¿á qué empeñarnos en buscar al que no quiere ser encontrado?


  1. Suprime un juego de palabras semi-obsceno, y no de fácil traduccion en castellano.