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ROMEO

tor el pincel, el pescador las redes, y yo á buscar á todos aquellos cuyos nombres están escritos aquí, sin saber qué nombres son los que aquí están escritos. Dénme su favor los sabios. Vamos.

BENVOLIO y ROMEO.
BENVOLIO.

No digas eso. Un fuego apaga otro, un dolor mata otro dolor, á una pena antigua otra nueva. Un nuevo amor puede curarte del antiguo.

ROMEO.

Curarán las hojas del plátano.

BENVOLIO.

¿Y qué curarán?

ROMEO.

Las desolladuras.

BENVOLIO.

¿Estás loco?

ROMEO.

¡Loco! Estoy atado de piés y manos como los locos, encerrado en cárcel asperísima, hambriento, azotado y atormentado.—Buenos dias, hombre. (Al criado.)

CRIADO.

Buenos dias. ¿Sabeis leer, hidalgo?

ROMEO.

Ciertamente que sí.

CRIADO.

¡Raro alarde! ¿Sabeis leer sin haberlo aprendido? ¿Sabreis leer lo que ahí dice?