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MACBETH.
LÉNNOX.

No recuerdo otra semejante. Verdad que soy joven.

MACDUFF.

¡Horror, horror, horror! ¡Ni la lengua ni el corazón deben nombrarte!

MACBETH y LÉNNOX.

¿Qué?

MACDUFF.

Una traición horrible. Un sacrilegio... El templo de la vida del Rey ha sido profanado.

MACBETH.

¿Su vida?

LÉNNOX.

¿La del Rey?

MACDUFF.

Entrad en la alcoba, y lo veréis, si es que no ciegan vuestros ojos de espanto. No puedo hablar. Vedlo vos-