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MACBETH.
MACBETH.

Un amigo tuyo.

BANQUO.

¿Todavía estás en pié? El Rey se ha acostado más alegre que nunca, y ponderando mucho tu hospitalidad. Manda un diamante para tu mujer, á quien llama su linda huéspeda.

MACBETH.

Por imprudencia quizá haya caido mi voluntad en faltas que, á disponer de su libre albedrío, hubiera evitado.

BANQUO.

No sé qué hayas cometido ninguna falta. Ayer soñé con las brujas. Por cierto que contigo han andado verídicas.

MACBETH.

No me cuido de eso. Ya hablaremos otra vez con más espacio, si eso te complace.

BANQUO.

Cuando quieras.

MACBETH.

Si te guias por mi consejo, ganarás honra y favor.

BANQUO.

Siempre que sea sin menoscabo de la lealtad que reina en mi pecho.

MACBETH.

Véte á descansar.

BANQUO.

Gracias.

(Vase con su hijo.)