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MACBETH.
DUNCAN.

¡Noble señor de Cáudor!

MACBETH.

(Aparte.) ¡Principe heredero Malcolm! Obstáculo nuevo en mi camino. He de saltar por él ó rendirme. No brilleis, estrellas: no aclare vuestra luz el negro deseo que abriga mi corazon. Ojos mios, la mano hará lo que vosotros no quereis ver. Entre tanto, miradla de soslayo.

DUNCAN.

¿Verdad, Banquo, que Macbeth es un egregio vasallo? No hay para mí banquete tan grato como el oir de boca de las gentes sus alabanzas. Sigámosle, ya que quiere festejarnos. Es el mejor de mis parientes.

ESCENA V.

Habitacion en el castillo de Macbeth, en Inverness.

LADY MACBETH, un CRIADO y MACBETH.
LADY MACBETH.

(Leyendo una carta de su marido.) «Las brujas me salieron al encuentro el dia de la victoria. Su ciencia es superior á la de los mortales. Quise preguntarlas más, pero se deshicieron en niebla. Aún no habia salido yo de mi asombro, cuando llegan nuncios del Rey saludándome como á señor de Glámis y de Cáudor, lo mismo que las hechiceras, pero estas dijeron ademas: «Salve, Macbeth: tu serás rey.» He querido, esposa amada, confiarte este secreto, para que no dejes por ignorancia, ni un solo momento, de gozar la dicha que nos está profetizada. Piénsalo bien. Adios.»