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DE VENECIA.
PÓRCIA.

Está bien. Saldreis por fiador suyo. Dadle la joya, y pedidle que la tenga en más estima que la primera.

ANTONIO.

Toma, Basanio, y jura que nunca dejarás este anillo.

BASANIO.

¡Dios santo! ¡El mismo que dí al juez!

PÓRCIA.

Él me lo entregó. ¡Perdón, Basanio! Yo le concedí favores por ese anillo.

NERISSA.

¡Perdon, Graciano! El rapazuelo del pasante me gozó ayer, en pago de este anillo.

GRACIANO.

Esto es como allanar las sendas en verano. ¿Ya tenemos cuernos, sin merecerlos?

PÓRCIA.

No decis mal. Pero voy á sacaros de la duda. Leed esta carta cuando queráis. En ella vereis que el letrado fué Pórcia y el pasante Nerissa. Lorenzo podrá dar testimonio de que apenas habiais pasado el umbral de esta casa, salí yo, y que he vuelto ahora mismo. Bien venido seas, Antonio. Tengo buenas nuevas para tí. Lee esta carta. Por ella sabrás que tres de tus barcos, cargados de mercaderías, han llegado á puerto seguro. No he de decirte por qué raros caminos ha llegado á mis manos esta carta.

ANTONIO.

No sé qué decir.