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seria. Saluda en mi nombre á tu honrada mujer: cuéntale mi muerte: dile cuánto os quise: sé fiel á mi memoria; y cuando ella haya oido toda la historia, podrá juzgar y sentenciar si fuí ó no buen amigo de Basanio. No me quejo del pago de la deuda: pronto la habré satisfecho toda, si la mano del judío no tiembla.

BASANIO.

Antonio, quiero más á mi mujer que á mi vida, pero no te amo á tí menos que á mi mujer y á mi alma y á cuanto existe, y juro que lo daria todo por salvarte.

PÓRCIA.

No te habia de agradecer tu esposa tal juramento, si estuviera aquí.

GRACIANO.

Ciertamente que adoro á mi esposa, ¡Ojalá que estuviese en el cielo para que intercediera con algun santo que calmase la ira de ese perro!

NERISSA.

Gracias que no te oye tu mujer, porque con tales deseos no podria haber paz en vuestra casa.

SYLOCK.

¡Qué cónyuges! ¡Y son cristianos! Tengo una hija, y preferiria que se casase con ella un hijo de Barrabas antes que un cristiano. Pero estamos perdiendo el tiempo. No os detengais: prosiga la sentencia.

PÓRCIA.

Segun la ley y la decision del tribunal, te pertenece una libra de su carne.

SYLOCK.

¡Oh juez doctísimo! ¿Has oido la sentencia, Antonio? Prepárate.