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simpatía. Tenía una linda cabeza de facciones finas y una expresión de inteligencia franca. En conjunto un paisanito perfecto. No pude dejar de preguntarle:

—Usté es hijo'el patrón?

Risueño me respondía:

—Así dicen y dice él.

Llegamos al palenque. Subió en un coloradito de rienda: un redomón. Otra vez pregunté, como siguiendo mi interrogatorio reciente:

—¿Y usté mesmo se doma los caballos?

Tuteándome, como a veces se hace de primera intención entre muchachos, respondió burlón:

—Hasta aura que has venido vos.

Le miré otra vez la cara simpática, el traje, el recado.

—¿Qué me estás filiando? — preguntó a su vez.

Deseando devolverle su cordialidad bromista, le dije:

—¿Sabés lo que sos vos?

—Vos dirás.

—Un cajetilla agauchao.

— renorió.

—Iguales son las fortunas de un matrimonio moYo soy un cajetilla agauchao y vos, dentro'e poco, vah'a ser un gaucho acajetillao.