Página:Don Segundo Sombra (1927).pdf/316

Esta página no ha sido corregida
— 314 —

ra, Don Segundo alegó compromisos de amistad y golpeó en la puerta pequeña. Yo pasé detrás.

Un chico nos dijo, mirándonos asombrado por tanto atrevimiento:

—Voy a avisarle al Tata.

Se apareció el Tata, con una cara de Juicio Final, y ni contestó el saludo.

—Ustedes qué quieren?

preguntó con voz de toro.

Don Segundo avanzó hacia aquella fiera y, sin quitarle la vista de los ojos, que el otro tenía brillantes y lacrimosos, le dijo con su burlona cortesía:

—Yo quisiera una caña.

Con una frente de topazo, el pulpero largó su ofensa:

—De cual? ¿De esa que toma la gente?

Don Segundo me miró divertido y acercándose, hasta ponerse casi pecho a pecho con el matón, lo corrigió sonriente, como si rectificara un simple error:

—No, no, deme de esa que toma usté no más.

Fué suficiente. El pulpero de "mala bebida", guardó para mejor ocasión sus compadradas y nos sirvió dos copas. Don Segundo, siempre cortés, impuso :

-