Página:Don Segundo Sombra (1927).pdf/315

Esta página no ha sido corregida
— 313 —

bundo, en las que encontraba gusto para su fantasía, relatándome en cambio sus fechorías nunca mal intencionadas. Le gustaba meterse en apuros, para probarse. A los pocos días ya nos tuteábamos, tratándonos de hermanos. ¡Pobre Antenor! ¿Dónde andará ahora?

Cuando dejamos por mansos y ya enfrenados nuestros baguales y salimos del escritorio de la estancia, con el tirador dueño de unos cuantos pesos más, y nos despedimos del patrón así como de los mensuales, era día Domingo. Por costumbre, y también para cumplir con nuestros deberes de cortesía, nos fuimos al boliche del arroyo. Había bastante gente. La cancha tenía buena concurrencia y en el despacho no faltaba clientela.

Algunos conocidos nos saludaron. Mi padrino pidió permiso para ausentarse un momento, a fin de visitar a su amigo el pulpero. Debo decir que nunca el patrón nos había servido en el despacho, haciéndonos pasar por una pequeña puerta hasta adentro, con lo que significaba una especial atención.

Uno de los paisanos nos previno que no sería ese día prudente conducirse como siempre, pues el pulpero estaba "tomao" y era hombre de "mala bebida". Aunque otros opinaran de igual mane-