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Nos sentamos con el domador, bajo el alero.

Parece que el día estaba especial para los consejos, pues mi compañero, después de haber golpeado el suelo pensativamente con el rebenque, durante un tiempo, me dijo:

<—308—Vea mocito. No es que yo quiera meterme en suh'asuntos, pero no rechace la oferta antes de pensarla. El patrón aunque es medio mandón pa'l trabajo, es servicial cuando quiere. Más de un hombre ha salido del campo con su tropilla o su majada... y, hasta yo mesmo, aunque trabajando juerte es cierto, he conseguido asegurar mi tranquilidá pa mi vejez y mis cachorros. Don Juan es generoso en la ocasión. Sabe abrir la mano grandota y es fácil que se le refalen unos patacones.

—Vea, Don contesté sobre el pucho <—no es que yo quiera desmerecer a nadie, ni que inore lo que vale una voluntá, pero ¿ve aquel hombre?

dije, señalando a Don Segundo que venía del corral, trayendo despacio su chiripá, familiar para mí, su chambergo chicuelo y unos maneadores enrollados. Güeno, ese hombre también tiene la mano larga... y, Dios me perdone, más larga cuando ha sacao el cuchillo...., pero igual que su patrón, sabe abrirla muy grande y lo que en ella -