Página:Don Segundo Sombra (1927).pdf/280

Esta página no ha sido corregida
— 278 —

XXI.

Del día ya no quedaba más que una barra de nubes iluminadas en el horizonte, cuando, por una lomada, enfrentamos los paraísos viejos de una tapera.

Don Segundo, revisando el alambrado, vió que podía dar paso en un lugar, en que dos hilos habían sido cortados. Tal vez una tropa de carros eligió el sitio, con el fin de hacer noche, aprovechando un robito de pastoreo para sus animales.

No se veía a la redonda ninguna población, de suerte que el campo era como de quien lo tomara y los arbolitos, aunque en número de cuatro solamente, debían haber volteado alguna rama o gajo, que nos sirviera para hacer fuego.

Hicimos pasar nuestras tropillas al campo y, lue-