Página:Don Segundo Sombra (1927).pdf/277

Esta página no ha sido corregida
— 275 —

—Vamos a ver El perudo sonrió:

—Anda en la mala.

Le pagué los cien pesospamos en otra.

— 275le dije, caliente — —Aquí estaremos a su servicio — me contestó, siempre que no nos gusembolsando mi dinero te el mismo caballo.

Pero ¿qué desquite iba a encontrar esa tarde?

Jugué en una cuadrera. De a posturas chicas, comprometí setenta pesos.

Llevaba las paradas en el puño y, de entre mis dedos salían los papeles, como espinas de un abrojo. Una por una, tuve que entregar las paradassi nos toMe fuí un rato a la carpa, con mis compañeros, donde tomamos unas cervezas y ensartamos pasteles en la punta del cuchillo. Don Segundo perdía cincuenta pesos. En cambio, entre los dos reseros amigos, juntaban ciento setenta y dos de ganancia. A uno de esos suertudos le entregué cien, para que me los jugara. Me los perdió en la primera ocasión, quedándome sólo cinco como todo capital. ¿Ah, sí? Pues, perdido por perdido, fuí a ver mi contrario perudo, que por su parte, de entrada, me ofreció desquite.

—No tengo con qué pagar le dije pero si