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1 porque no de otro modo pegaría andar en semejante chuzo.

El ruano también era bonito. Lo traía el corredor de tiro y venía tranqueando largo, sobrando como de una cuarta el rastro de la mano con el de la pata.

Parecía enaceitado de lustroso y era fino como galgo.

—Vaya uno a saber — dijo mi padrino yo voy a cumplir con el mamao no más.

El corredor del colorado era un tipo flaco de bigote entrecano. Se había puesto vincha y miraba para todos lados, como si le fueran a pegar un cascotazo. El que traía de tiro al ruano, no era más alto que un muchacho de doce años, hocico pelado y hosco como un pampa.

— Los vimos partir dos veces. El borracho tenía razón, al decir que el colorado quería como tragarse la tierra. En cambio el ruano picaba de costado, medio salido del andarivelpero Ganamos nuestro sitio. Las apuestas menudeaban por ambos bandos. Iba a largarse la carrera y yo no había jugado. Un perudo panzón se dirigió a mí:

—Vamos veinte pesos?

—Pago respondí.

Se quedó mirándome, insatisfecho.

yo juego al ruano.