Página:Don Segundo Sombra (1927).pdf/247

Esta página no ha sido corregida
— 245 —

—¿Y cómo no? De algún modo hemos de festejar la despedida.

—¿Quién se va? ¿Usté? No lo veo tan garifo como pa que lo conchaben.

Su voz se había puesto a tono con la mía. Por primera vez le observé un gesto de agria altanería:

—Por mal compuesto que esté repliqué, no queriendo cejar me he de ir cuantito ustedes se hayan ido.

—¿Ustedes?

Los brazos se me cayeron como alones de avestruz cansado. No comprendía y juzgué que debía tener un aspecto regularmente sonso.

—No se va con Patrocinio?

1 pregunté.

Encogiéndose de hombros y frunciendo despreciativamente los labios, me retó:

—Entoavía no tengo dueño que me ande mandando.