Página:Don Segundo Sombra (1927).pdf/243

Esta página no ha sido corregida
— 241 —

tedes en el rancho, se le murió un hijo que tenía enfermito.

—¿Qué me dice?

—Lo que oye. A cualquier hombre se le puede morir un hijo.

Entonces, asustado con aquella coincidencia y mi recuerdo, le conté la locura de Don Sixto.

La chica se santiguó. Me acordé del fin de aquella relación que dice:

— 241emoción.

Quisiera darte un besito Donde decís enemigos —Pero ¿por qué milagro exclamé ha nacido una flor en un pago tan tioco?

Admitiendo con naturalidad el piropo me explicó:

—Yo no soy de aquí. He venido con mi hermano Patrocinio pa ayudar, estos días. Aquí hay tres mujeres que ¡si las viera! no andaría gastando saliva en una pobrecita olvidada de Dios como yopa poderla olvidar —No ser Dios comenté tan fácil cuando me vaya.

—¡Zalamero!

— —No sé si...

En eso entró Patrocinio.

me dijo sin risa ni aparente