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derecho y sobre el hombro izquierdo, toda la parte superior del pecho y la paleta. La lonja tendría unos cuatro dedos de ancho y apretaba que era un contento.

—Me han maniao de lo lindo — altaexplicó el las—El otro pajuerano ha sido timado; ese que vino con usté.

Tomé confianza porque lo hecho por Don Segundo, bien hecho debía de estar. ¿Qué más quería? Quebrado de la eslilla, con los costillares machucados y un golpe en la cabeza, no podía hallarme como de baile.

dije en voz Patrocinio trajo una pava caliente, se sentó en medio de la pieza, y nos estuvo cebando dulces más de una hora. Para que pudiera yo dormir, me colocó unos pellones atrás de la cabeza. Al cabo de aquel momento de tranquilidad y conversación, cayó una curandera del pago. Era una viejita seca como tasajo y arqueada del espinazo.

Vino para mi lado, me saludó con tanto cariño como si me hubiera parido, me revisó las vendas, me dijo sin desvendarme que estaba quebrado en el mismo medio de la eslilla, que tenía unos raspones en el costado derecho, y que el tajo de la cabeza iba a cerrar muy pronto. Después, preguntó quién me había arreglado como estaba y