Página:Don Segundo Sombra (1927).pdf/22

Esta página ha sido corregida
— 20 —

—Digalé, pues, que se vaya, patrón, a este mocoso pesao. Es capaz de hacerme perder la pacencia.

El patrón fingía enojo, apostrofándome con voz fuerte:

—A ver si te mandás mudar muchacho y dejás tranquilos a los mayores.

Afuera reclamaba yo de quien me había mandado:

—Aura dame un peso.

—¿Un peso? Te ha pasao la tranca Juan Sosa.

—No... formal, alcanzame un peso que vi' hacer una prueba.

Sonriendo, mi hombre accedía esperando una nueva payasada y a la verdad que no era mala, porque entonces tomaba yo un tono protector, diciendo a dos o tres:

—Dentremos muchachos a tomar cerveza. Yo pago.

Y sentado en el hotel de los copetudos me daba el lujo de pedir por mi propia cuenta la botella en cuestión, para convidar, mientras contaba algo recientemente aprendido sobre el alazán de Melo, la pelea del tape Burgos con Sinforiano Herrera, o la desvergüenza del gringo Culasso que había