Página:Don Segundo Sombra (1927).pdf/200

Esta página no ha sido corregida
— 198 —

Con su voz clara y tranquila, Don Segundo explicó a la gente callada:

—Lo cambié por unas tortas.

Cuando pasó la risa insistió imperturbable:

—El otro debía estar en pedo.

Era lo que habían pensado muchos sin animarse a decirlo. Don Segundo parecía querer recordar el hecho:

—Lo que no puedo acordarme es cómo estaba yo... Cierto que debía andar más fresco, al menos que ya hubiese llegao por la tranca a perder la vergüenza. Me parece acordarme de algo así como un barullo. La gente hasta pelió. Jué una linda divirsión. Al día siguiente el paisano no se acordaba bien del cambio, pero yo le refresqué la memoria.

¿Yo le refresqué la memoria? Bien se imaginaban los oyentes la energía de esa ayuda. Además Don Segundo había dicho: "La gente hasta pelió. Jué una linda divirsión".

Ahora lo tasaban detallando su estatura, la reciedumbre de sus rasgos y sobre todo, esa tranquilidad con que debía tomar las cosas, fueran como fuesen, como si le quedaran chicas. Yo sentía por una vez más esa fuerza de mi padrino, tan rápida para suscitar en el paisanaje, reservado e