Página:Don Segundo Sombra (1927).pdf/198

Esta página no ha sido corregida
— 196 —

XVI.

Al caer la tarde, después de haber andado unas ocho leguas por la misma pampa triste y haber comido un resto de carne asada, que yo traía a los tientos, avistamos la gente de la población que hacía tiempo veníamos contemplando, gozosos por su verdor fresco. Allí siquiera había unos sauces, unos perros, un corralito y unos dueños de casa.

Otros paisanos llegaban ya para el trabajo del día siguiente. De lejos nos veíamos entre nuestras tropillas, mudar de caballo, preparándonos lo mejor posible. Agarré mi moro, crédito para el rodeo, porque no quería andar fallando. Le acomodé el tuse, lo desranillé y, habiéndole puesto los cueros, caí al rancho cortando chiquito al compás de la coscoja.