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—¿Qué oficio tienen ustedes?

—Reseros.

—¿De qué partido son?

Como si no entendiera el carácter político de la pregunta, mi padrino contestó sin pestañear:

—Yo soy de Cristiano Muerto...; mi compañerito de Callejones.

—Y las libretas?

Lo mismo que había hecho un chiste con nuestra procedencia, Don Segundo inventó un personaje:

—Las tiene, allá, Don Isidro Melo.

—Muy bien. Pa otra vez ya saben ande queda la comisaría y si se olvidan yo les vi a ayudar la memoria.

—No hay cuidao!

Afuera, cuando estuvimos solos, Don Segundo rió de buena gana:

—Güen cabo... pero no pa rebenque.

La feria era para mí una novedad. Cuando llegamos, estaban concluyendo de clasificar la hacienda en lotes, disponiéndolos en los corrales.

Aquello parecía un rodeo, dividido en cuadros por los alambrados como una masa para hacer pasteles. La peonada que llevaba y traía los lotes era numerosa y, tanto entre ellos como entre los peo1 1 1 | 1