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¡Cuánto había andado ese hombre!

En todos los pagos tenía amigos, que lo querían y respetaban aunque poco tiempo paraba en un punto. Su ascendiente sobre los paisanos era tal que una palabra suya podía arreglar el asunto más embrollado. Su popularidad empero, lejos de servirle, parecía fatigarlo después de un tiempo.

—Yo no me puedo quedar mucho en nenguna estancia decía porque en seguida estoy queriendo mandar más que los patrones.

¡Qué caudillo de montonera hubiera sido!.

Pero por sobre todo y contra todo, Don Segundo quería su libertad. Era un espíritu anárquico y solitario, a quien la sociedad continuada de los hombres concluía por infligir un invariable cansancio.

— 119L Como acción amaba sobre todo el andar perpetuo, como conversación el soliloquio.

Llevados por nuestro oficio, habíamos corrido gran parte de la provincia. Ranchos, Matanzas, Pergamino, Rojas, Baradero, Lobos, el Azul, Las Flores, Chascomús, Dolores, el Tuyú, Tapalqué y muchos otros partidos, nos vieron pasar cubiertos de tierra o barro, a la cola de un arreo. Conocíamos las estancias de Roca, Anchorena, Paz, Ocampo, Urquiza, los campos de "La Barrancosa", "Las