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(LII)

que al obsequio del arte concurrian.
Mas hoy, que con esmero extraordinario
se dispuso lo hermoso con lo vario;
hoy que con pompa singular se viste
la Corte Castellana, he visto triste
alguno de los hombres principales.
Qué mezclados de sustos, ó mortales!
Los gustos recibís!.... Pero yá advierto
de tantos sustos el motivo cierto.
Amor aquí introdujo sus rigores.
Y puede haber quietud donde has amores?
Quien busca paz donde hay amor, delira.

SCENA II.
Alek, y Elvira.

Elv. Alek, Alek!
Alek. Qué te amedrenta, Elvira?
Qué gritos, qué rumor es el que siento
que parece venir del aposento
en que el banquete régio se dispuso?
Al parecer se aumenta, aunque confuso;
no obstante se distingue el golpe fiero,
mezclándose el rumor con el acero.
Y aunque lejos está de aquí la pieza,
se percibe del lance la fiereza.
Y tú también tan pálida y turbada
sales de aquella sala?
Elv. Desdichada,
para ver tal estrago habré vivido!
Alek. Qué estrago viste? Qué? Qué ha sucedido?
Elv. El lance te contára, anciano sabio,
si fuerzas en mi pecho y en mi labio
hallára; mas no puedo.

Alek.