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(XLVII)

se confirme mi anhelo y esperanza.
Acude, Sancho, con la confianza
de que tu madre espera tu presencia.
Sanch. Lleguemos, pues, con viva diligencia.
Y tú, Gonzalo, pues tu noble cuna
te eleva á lo mayor de la fortuna,
á mi lado estarás. Si la Condesa
manda que ocupen puestos en la mesa
todos los Grandes, pocos lo merecen
como tú, mi Gonzalo.
Gonz. No parecen
tan dignos de este honor los que opulentos
en medio de delicias y contentos
su vida pasan en descanso ocioso,
como los que en esméro mas glorioso,
defendiendo la patria y Soberano,
las armas llevan en su egregia mano;
ó asisten al consejo con la ciencia,
que nace del estúdio y la experiencia.
No fui yo de los nobles embriagados
de su luxo, su fausto y sus estados;
de aquellos necios, que en el ocio blando
sus inútiles días ván pasando
sin servir á su patria, ni á su dueño:
siempre su vanidad miré con ceño.
Nietos indignos de predecesores,
á mejor descendencia acreedores.
Solo me acuerdo yo del padre mio
para imitar sus prendas con mi brio:
si al acordarme de él no le imitára,
el corazón del pecho me arrancara.
De mi niñez apenas yo salía

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