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(XLIII)

la baxa astucia que en su pecho encierra.
Cobarde es el traydor: solo es valiente
quien lleva nobles fines en su mente.
Bien conoció Almanzor que Don Garcia,
aun jóven, duro obstáculo seria:
determinó matarle; mas para esto
aun meditó otro crimen más funesto.
Gonz. ¿Quál fué? ¿Quál pudo ser? No lo concibo.
Elv. Escucha, y tiembla. Su rigor altivo
un tiempo se humilló, fingiendose amante,
duro en su pecho, y tierno en su semblante.
A la Condesa, madre de Garcia,
tutora suya, en quien Castilla fia,
declaró su pasión, sirvió rendido;
fingió; gustó el amor, aunque fingido.
La Condesa lo oyó: por verdadero
tomó el amor del Moro lisonjero;
faltando la virtud, faltole el brio,
entregando al amante el alvedrio.
Luego que el moro vió que dominaba
al engañado pecho de Doña Aya,
su idéa declaró, diciendo ufano,
que no queria sin reynar su mano,
que la razón de estado y el provecho
de su pueblo ocupaba mas su pecho,
que su bien personal; y asi pedia
que si ella á su pasión correspondía,
matase á Sancho, porque de este modo
en su mano cayese el mando todo
de Córdoba y Castilla.
Gonz. No me espanta
en el moro Almanzor codicia tanta.

No