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(XXIX)

Alek. Decirtelo no puedo; no me siento
capáz de revelarte por mis labios
la falta de mi Rey, ni mis agravios.
Cond. Cruel es Almanzor.
Alek. Pero es mi dueño.
Con rostro humilde adoraré su ceño;
y si de Rey pasando á ser tyrano,
me mata, besaré su régia mano.
Estas del buen vasallo son las leyes,
por mas faltas que se hallen en los Reyes.
Cond. Buen vasallo, y tan mal recompensado!
Quién te defiende del rigor del hado?
Quién te conserva contra su inclemencia?
Quién consuela tu pecho?
Alek. La inocencia.
Ella sola me basta, y es sobrada
contra los golpes de la suerte ayrada.
El infelíz que en su inocencia piensa,
encuentra en su virtud su recompensa.
Y de qué la virtud nos serviria
contra el acaso, fraude y tiranía,
si no hubiese dispuesto el justo Cielo
que en ella hallemos superior consuelo?
Su hermosa luz más clara resplandece,
cuanto más la fortuna se obscurece.
Caí; mientras más bajo, más lo estimo;
del arte de la Corte así me exîmo.
A Córdoba me vuelvo: humildemente
en mi casa tranquila é inocente
mi vida pasaré. No es sacrificio
el que hago de la Corte; su bullicio,
qual juguete de niños ignorantes,

que