Pero aun cuando la tierra me aguantase,
cuando el cielo sus iras no ostentase,
(pues sufre alguna vez su ofensa el Cielo)
me dexaría el interior recelo?
El pecho, de su culpa fiel testigo,
de la interna quietud duro enemigo,
me dexaría acaso un solo instante?
Entre los mismos brazos de mi amante
hallaría terror en vez de gustos.
De su amor, qué lográra sino sustos?
Junto al tálamo mismo yo vería
la deplorable imagen de García;
y su inocente pecho, atravesado
por mi bárbaro brazo ensangrentado,
fuera vista más triste y horrorosa
que del Infierno la morada umbrosa,
La imagen de su padre, que glorioso
de esta infame mujer fue noble esposo,
me parece que veo, y que me dice:
de un esposo tan fiel, viuda infelice,
no basta profanar mi augusto lecho
con un dueño Africano? Satisfecho
no estaba tu delirio? Aún no basta?
A España privas de mi egrégia casta
de nobles sucesores destinados
a ser por todo el Orbe respetados?
De amor, Elvira, abraseme la llama
antes que yo consienta que la fama
publique tanto horror. El cielo quiera
que antes que Sancho por mi mano muera,
mi brazo, al tiempo que el delito intente,
salvando el corazón del inocente,
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