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MEMORIAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

Ocasión sería ésta de referir detalladamente los antecedentes, preliminares y curso de esta batalla, dada, como saben mis eruditos lectores, el día 19 de Mayo de 1643, con motivo de haber bloqueado nuestras tropas la importante plaza de Rocroy y de haber acudido en su socorro el ejército mandado por Luis de Borbón, Duque de Anguien. Por fortuna, tan delicado y difícil trabajo está magistralmente hecho por el actual director de la Real Academia de la Historia y eminente hombre de Estado el Excmo. Sr. D. Antonio Cánovas del Castillo, en su interesantísimo opúsculo titulado: Del principio y fin que tuvo la supremacía militar de los españoles en Europa, con una relación y algunas particularidades de la batalla de Rocroy.

El duque de Aumale, que ciertamente conoce este trabajo del señor Cánovas, modelo de erudición, de crítica y de exposición histórica, dado á luz muchos años hace, ni se ha dignado discutirlo en los numerosos pasajes que difieren de su relato, ni siquiera citarlo una sola vez. Prueba evidente de que el Duque quería campar solo por su respeto, no atenerse á pruebas ni consideraciones de ningún género y sentenciar el pleito á su manera. No es así como hoy se escribe la historia.

En cambio, el Sr. Cánovas del Castillo, en su amenísima obra, pocos meses há publicada, El Solitario y su tiempo[1], ha refutado, aunque incidentalmente, algunos de los errores históricos cometidos por el moderno historiador de los príncipes de Condé. «La relación, dice, de la batalla de Rocroy por el duque de Aumale carece de valor histórico, porque su disculpable amor nacional le ciega al punto de desconocer y negar la verdad en hechos interesantísimos y con toda evidencia demostrados.»

No es tampoco mi propósito emprender una refutación completa de todos los errores históricos en que con ocasión de esta batalla ha incurrido el duque de Aumale. Sería esta tarea larga y pesada, y hasta cierto punto inútil, toda vez que basta sólo leer y confrontar la narración del uno con la del otro, para que salte á la vista la ligereza y parcialidad del duque y la autorizada voz y sinceridad del Sr. Cánovas.

Mi deseo es tan solo volver por el honor militar y buena memoria del duque de Alburquerque, general de la caballería ligera en aquella función, á quien el de Aumale maltrata desapiadada é injustamente en muy pocas palabras. Parecía natural que, teniendo el articulista necesidad para tan dura agresión de apartarse por completo de cuantos testimonios históricos españoles se refieren á este acontecimiento, insistiese con sin-

  1. Tomo II, pág. 173 y siguientes.

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