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DON DIEGO DE PEÑALOSA

diese una muy corta ayuda de costa para trasportar sus familias á paraje acomodado á donde en lo adelante se mantuviesen y conservasen sin gasto de vuestra Eeal Hacienda; y que con brevedad se socorriese esta necesidad, pues se remediaría con quince mil pesos en la ocasión, y en lo adelante se lo aseguraban á V. M. aquellos vecinos, ocupados siempre en vuestro real servicio, y por no haber asentido vuestro Fiscal á mi proposición, han desamparado aquel reino más de doscientos hombres de armas tomar, que podría V. M. tener costeados sólo con el tenue socorro de quince mil pesos, pues entonces era fácil la conducción de sus familias, y ahora costará diez tantos más, y el tiempo calificará esta verdad. Y entiendo, Señor, que ha de suceder lo que con el desagüe de esta ciudad, que previendo los daños que amenazaba, no se creyeron hasta que se están experimentando hasta hoy díalos gastos. Hablo, Señor, con esta claridad, porque soy vasallo leal de V. M. y no atiendo más que al respeto de mi Dios y de mi Rey, y si en algo faltase á la verdad en la gravedad de esta materia, le pido á V. M. una y muchas veces la corrección y el castigo, pues por conocer lo vidrioso que por todas partes está esta Nueva España, y la facilidad que puede tener el Rey cristianísimo de poblar por aquellas partes del Oriente, me es preciso hablar sin respeto humano en la gravedad de esta materia, pues es servicio de ambas Majestades; acordándome, Señor, en la ocasión de la resolución católica de los primitivos misioneros de esta Nueva España cuando pedían el remedio de muchas cosas á nuestros Reyes y Señores, antecesores de V. M., en cuyo fomento pudieron dilatar la Fee en este Nuevo Mundo y reducir sus habitadores atrayéndolos al conocimiento del verdadero Dios.

»Yo, Señor, saldría de esta ciudad á fines del que viene para aquella Custodia; llevo dispuesto el ánimo á entrar segunda vez á dichas naciones, por saber ya la lengua jumana y haberla predicado á aquellos bárbaros y haber hecho vocabulario muy copioso de dicha lengua, como consta jurídicamente en los instrumentos que tengo presentados, y saldrá más á luz esta verdad cuando se dé á la estampa, como lo haré. Espero en su Divina Majestad cojer algún fruto, aunque voy destituido del fomento humano. Por último, Señor, de serlo de que dichas conversiones se fomentasen, comunicando esta materia con dos hermanos que tengo en esta Nueva España, mineros y descubridores de las minas del Rosario (que este título les dan por haberlo sido mis padres), quienes han quintado en vuestras cajas reales, de plata y oro más de un millón y tantos mil marcos (que si necesario fuese remitiré certificaciones), pues es