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DON DIEGO DE PEÑALOSA

pujanza y grandeza entró en Londres por el Támesis con las jarcias y velas de seda, y desembarcó y puso en la plaza de Londres tanto tesoro, que la misma reina Isabela con su corte la fué á ver, y esta cantidad de oro la rescató este cosario en uno de aquellos ríos que descienden de hacia el Norte contiguo á esta tierra que tiene toda su población Norte Sur, y esta codicia ha hecho que los ingleses hayan querido penetrar la tierra adentro, y por no saber hacer la guerra á los indios, han sacado siempre la peor parte, y los tiene tan atemorizados, que no osan entrar en batalla con ellos.

»Aquí hemos tenido algunos indios naturales de aquellas partes y que han estado en este reino de los Ahijados (que es el Theguayo), que daban señas de ellos y sus riquezas, y de los holandeses que allí cerca de la Virginia estaban poblados, y que asimismo habían estado en las provincias de los Otocomanes y Aitacomanes, donde es tanta la abundancia de oro y plata, que todos los vasos de su servicio son de plata y algunos de oro, y lo mismo decía (según personas fidedignas) aquel indio, Miguel, natural de este reino de Theguayo, que anduvo con D. Juan de Oñate, Adelantado del Nuevo México, el cual llevó á España al Maese de Campo Vicente de Saldivar, y en Madrid dio al Rey nuestro señor estas mismas noticias. S. M. premió el servicio al Maese de Campo con el hábito de Santiago, y aunque estas ciertas y grandes riquezas se oyen como soñadas entre la poca solicitud española; entre los extranjeros están muy vivas y con evidencia y grandes intereses experimentadas.

»Por lo cual, no dejan cosa por estas costas del mar del Sur y del Norte que no calen y vean, conociendo y estimando mejor que el español las muchas, ricas y grandes perlas de este nuestro vecino golfo de California, y en las ensenadas de nuestros ríos, y en especial en los de la Quivira, donde dieron los indios tantas (aunque no buenas) al señor Adelantado, y aquí nos las traen á rescatar de ordinario, y hemos visto muchas tan gruesas como garbanzos, y de mucho rico ámbar que ellos no estiman, y le traen en olorosas pelotas para sus entretenimientos. Los dos caciques prosiguieron diciendo que más adelante, hacia debajo del Norte, pasados los pueblos de su nación, hacia otras gentes ricas y poderosas con grandes pueblos, que tardarán en pasarlos tres días; y todas estas provincias y las tierras que hemos visto son fértiles, abundantes, frescas y de grandes frutales, especialmente nogales de tres diferentes suertes y muy llenas de Cíbolas, y con una gran laguna circundada de poblaciones grandes y villages de lucida, rica y belicosa gente.

»Duraría la narración de estos caciques y preguntas del Sr. D. Diego