el otro de la armada, y una muy lucida compañía de 80 españoles, entre los cuales había algunos extranjeros casados en estas partes, cuyo capitán era Miguel de Noriega y su Maestre de Campo Tomé Dominguez de Mendoza, y sargentos mayores D. Fernando Duran y Chaves y Juan Lucero Godoy, y mil indios infantes de arco y flecha, todos muy bien armados, así las personas como los caballos, y con todos los demás pertrechos de paz y guerra para todos los contingentes que se nos pudieran ofrecer, y con 36 carros y carretas bien provistos de víveres y municiones, y una carroza, una litera y dos sillas de mano para su persona y 6 piezas de á tres libras de bala, 800 caballos y 300 mulas, y llevábamos la derrota al Oriente hasta haber caminado 200 leguas, todas ellas de amenos, apacibles y fértilísimos campos y tan llanos que en todos ellos no se vio sierra ni monte ó collao alguno, los cuales fueron á rematar en una altísima insuperable sierra que está vecina al mar, 8 leguas más allá de la gran ciudad de la Quivira llamada Taracari, y son tan agradables y fértiles que en todas las Indias del Perú y Nueva España, ni en la Europa otros tales se han visto por lo delicioso y ameno, y cubiertos de búfalos ó vacas de Cíbola que causaban notable admiración. Mientras más la tierra adentro, era mayor el número con muchos y muy hermosos ríos, ciénegas y fuentes pobladísimas de frondosas arboledas y frutales de diversos géneros que producen gustosísima ciruela, uvas gruesas y buenas, con el racimo grande y de extremado gusto como las de España, y aun exceden.
»Muchos morales para criar seda, robles, encinas, olmos, fresnos y álamos, con otras especies de árboles y yerbas provechosas y olorosas; trébol, lino, cáñamo, orégano que cubría un hombre á caballo, rosa muchísima, infinidad de fresa, aunque menuda, sabrosa, muchas perdices de Castilla, codornices, pavos, gallinetas, faisanes, corzos, ciervos ó venados en grandísimo número, y aun casta de ellos tan grandes y crecidos, como nuestros caballos.
»Por estos amenos y fértilísimos campos caminamos los meses de Marzo, Abril, Mayo y Calendas de Junio, y llegamos á un río grande que llaman Mischipi, donde vimos los primeros indios de la nación Escanjaques, que serían en número de 3.000, belicosísimos, bien armados y dispuestos á su modo, que iban á dar asalto á la primera ciudad de los quiviras, que son sus enemigos y se consumen en guerras continuas.
»Estos Escanjaques después de paz dieron noticia de la Quivira y sus gentes, y caminaron con nosotros aquel día por la vera de aquel hermoso río arriba, que es caudaloso y hacía en partes muy deleitosas y her-