menzado, aunque la conservación sea penosa y fuese necesario gastar algo de la Real hacienda con parte de los soldados ó pobladores, fuera de la costa que hacen y harán los religiosos, y que para confusión de los herejes y aun de los émulos de la Corona de Castilla que no lo son, conviene mostrar claro que se busca en primero lugar, la exaltación de la fé y propagación de la Santa Iglesia, lo cual se prueba bien en las Indias cuando se ve, que si en unas partes sobra hacienda, en otras suple V. M. el gasto, y que por temor de alguna que sea tolerable, no se dejan las provincias hasta que necesite á ello la manifiesta experiencia de alguna dificultad invencible, como adelante podría resultar en aquella tierra. Restará el ver cómo se podrán sustentar los españoles en ella, y lo que yo entiendo es, que si hubieran de ser muchos, no había disposición, mas paréceme que bastarán muy pocos, respecto del natural de aquellos indios, y que cuando lleguen á ciento, sobrarán algunos para seguridad de los Ministros de Doctrina, y podrán esos poblar en una ó dos villetas, y vivir en ellas, sin que por encomienda con otra ocasión asistan en otra parte, ansí porque vivan en cristiandad, consuelo y pulicía, como porque no hagan molestias á los indios, los cuales, si se les hubiese de imponer tributo, se podrían encomendar y repartir aquellos vecinos por el Gobernador de la provincia, con acuerdo del Comisario Prelado de los religiosos, si no es uno ó dos pueblos que se reserven para V. M., por no alterar del todo la orden y estilo que suele guardarse, y á los encomenderos, si no pareciese conveniente, por decir que se abre la puerta á consecuencias, se les podrían conceder una ó dos vidas de más de las tres ordinarias.
»De algodón y cueros de cíbola y de maíz, presupongo yo que serán los tributos, y que el maíz les ayudará a sustentarse de comida, junto con lo que les valiese su industria en la cosecha del trigo y en la crianza de algún ganadillo, pues este multiplica de manera que no debe cuadralle mal la tierra, supliendo la humedad de las nieves por las escasas lluvias que refieren, y aunque el frío del invierno podrá acabar buena parte de las crías, ni el rigor debe ser tan grande en cada año, ni faltan abrigos en donde hay lomas y laderas. Para vestirse habrán de servir los cueros y mantas, á falta de otro remedio, como se ha visto ya estos años entre aquellos soldados que han usado de los cueros que aderezan muy bien los naturales, y de carnuzas, y aun de las mantas de algodón se dice que han hecho ropillas y calzones. Para llevarles de acá paños, por groseros que sean, ó hierro ó otros géneros, no hay dispusición entretanto que no se descubriere plata ó el cobre que afirman que hay, se