Página:Don Diego de Peñalosa y su descubrimiento del reino de Quivira.djvu/168

Esta página no ha sido corregida
154
MEMORIAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

suya y por su rebeldía se procederá y se les notificarán los autos en estrados, y les parará tanto perjuicio como si en sus propias personas se les notificasen. Lo cual mando, como dicho es, no sólo al dicho D. Juan, sino á los Capitanes, soldados y gente que va á la dicha jornada, en cualquier manera y á cada uno dellos, con los dichos apercibimientos y penas, citaciones y señalamiento do estrados; y que este mi mandamiento, si os pareciere, se notifique á los Capitanes y oficiales del dicho campo, que están prestos en la dicha jornada; y luego que os parezca, para que venga á noticia dellos y de los demás soldados y gente dicha, y hagáis echar bando público, para que se publique, declarando á todos los dichos oficiales, soldados y gente que en cualquier manera van á la jornada, que so pena de la vida y perdimiento de bienes, y de ser, como dicho es, habidos por vasallos rebeldes y desleales á Su Majestad, no pasen adelante su viaje, y en razón dello no sigan ni obedezcan al dicho D. Juan. Y así lo provey e mando que este mi mandamiento vaya refrendado de Juan Martínez de Guillestegui, mi Secretario, y haga tanta fé como si por gobernación fuese despachado; por cuanto en virtud de la Real cédula particular que yo tengo para despachar en los casos que me previene con secretarios míos, mando por justos respetos que el dicho mi Secretario lo refrende. Fecho en Méjico á 12 de Agosto de 1596 años. — El Conde de Monte Rey. — Por mandado de su señoría. — Juan Martínez Guillestegui.»

Oñate escuchó asombrado la notificación de la orden que mataba sus esperanzas, esterilizando los grandes gastos hechos para reunir y pagar la gente y crecido material acopiado. La mala voluntad del Virey era evidente, y el esperar un año que habían de tardar los nuevos despachos, no conduciría más que á multiplicar lo perdido en mantenimientos y pagas de la gente, para que al fin llegara D. Pedro Ponce de León á gobernar la empresa. Los capitanes y soldados, desanimados también con la noticia y con la perspectiva de estar acampados en la frontera, ociosos y sin comodidad, trataron de desbandarse, rompiendo sus compromisos; y hubiera salido por su lado cada cual, á no mediar el Teniente Juan Guerra instando á Oñate á esperar y á gestionar en la corte, poniendo á su disposición en tanto, para sustentar la gente, cien mil pesos de renta que le daban las haciendas que había ganado con su lanza. Aun así marcharon los religiosos y hubo motín de soldados, pero quedaron los más; y habiendo llegado nueva orden de la corte para que si D. Juan tenía prevenido lo necesario hiciese la entrada, el Virey envió nuevo Visitador que con la peor intención hizo cala y cata de pertrechos y muestra de la gente, desechando por mozos ó por viejos muchos de los soldados,