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DON DIEGO DE PEÑALOSA

sigilo, porque no desalentaran á los que habían de entrar después; ya reunidos, con gastos de cincuenta mil pesos, que generosamente dio el referido Cristóbal de Oñate; rigió la hueste Francisco Vázquez de Coronado, llegando á Cíbola con los trabajos anunciados; y como cayera del caballo, quedando atontado, aprovechó la gente la ocasión de manifestar su descontento. Zaldívar, los capitanes Pedro de Tovar y Francisco de Peralta y el P. Fr. Marcos de Niza se esforzaron inútilmente en sosegarlos; perdido el freno de la disciplina, se desbandaron dando la vuelta á Méjico.

El año de 1581 entraron por orden del Virey Conde de la Coruña los misioneros franciscanos Fr. Agustín Ruiz, Fr. Juan de Santa María y Fr. Francisco López, escoltándolos los capitanes Francisco Sánchez Chamuscado y Felipe de Escalante. Estos reconocieron la tierra y dejaron á los religiosos entre las naciones que los recibieron de paz.

Entró el año siguiente Antonio Espejo y supo que los misioneros habían sido martirizados; recibiéronle bien, sin embargo, los indios, dándole mantas de algodón bien labradas que trajo, con informes de la fertilidad y riqueza de aquellos países.

Otra expedición entró en 1590 á las órdenes de Gaspar Castaños, que era Teniente del reino de León, llevando por Maese de Campo á Cristóbal de Heredia. Mandó el Virey al Capitán Morlete que lo prendiera, y volvió con él.

El Capitán Leiva Bonilla, encargado de castigar á los indios salteadores, por el gobernador de Nueva Vizcaya, se internó de contrabando, aunque se le hizo requerimiento con pena de traidor. Le abandonó con esto alguna gente de la que llevaba, mas no por ello desistió de su propósito. Sabiéndolo el Virey envió al bravo Capitán Urdinola en su persecución, mas hubo de quedarse en Nueva Galicia por Gobernador.

Con estos antecedentes solicitó D. Juan de Oñate hacerse cargo de la empresa del descubrimiento y conquista de las tierras del Norte, accediendo el Virey en 24 de Agosto de 1595 mediante asiento y capitulaciones en que se acordaba fueran por Tenientes Cristóbal Oñate, su hijo, de edad de 10 años, y Juan Guerra; Maese de Campo Juan de Zaldívar; Sargento mayor Vicente de Zaldívar, con los capitanes, alféreces, sargentos y soldados, gente lucida entre la que iba Juan Cortés, nieto del gran conquistador. Reunida en el límite de Nueva Vizcaya, acopiados los bastimentos y pertrechos y á punto de marchar fué relevado el Virey D. Luis de Velasco por el Conde de Monterey, que contrario al pensamiento, suspendió la entrada é informó á la corte en oposición á la