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MEMORIAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

no conocidas y bárbaras, estableciendo la memoria de sus nombres á costa de su sangre, comprando desta manera la honra que las historias y Reyes dan á los que bien les sirven.»

Con extracto de los versos he formado el siguiente


Sumario de la historia de la Nueva México del Capitán Gaspar de Villagrá.


Desde los 33 á los 37 grados de latitud Norte, en una zona de cinco mil leguas castellanas, se derraman naciones bárbaras de diversas lenguas y costumbres.

Cuentan sus gentes que de una profunda caverna situada bajo el Norte, salieron en remotos tiempos dos hermanos hijos de reyes, y seguidos de inmensa muchedumbre que obedecía sus mandatos, se dirigieron hacia el Mediodía. Habían caminado mucho tiempo cuando les apareció una vieja infernal, de aspecto temeroso, llevando sobre la cabeza una masa de hierro macizo, de forma de concha de tortuga, de más peso de 800 quintales, y arrojándola al suelo, que tembló agrietándose, instruyó á los caudillos qué serviría en adelante de límite de sus estados. Uno había de quedar al Norte, en lo que ahora se llama Nueva México, siguiendo la marcha el otro hasta encontrar el águila caudal de Tenuchtitlán.

Decían también estas gentes que entre las naciones de sus progenitores había hombres blancos como los castellanos, por lo cual es de creer [1] que aquellas soberbias ruinas de Nueva Galicia, esculturas, pinturas y loza buena y mala, que los soldados fueron encontrando, á veces en montones, proceden de esos hombres, que saldrían de la China.

De las regiones de la Nueva Méjico dio noticias, el primero, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, llegando á Culiacán con los pocos que escaparon del desastre de Panfilo de Narvaez. Quiso el Virey D. Antonio de Mendoza que el franciscano Fr. Marcos de Niza saliera á descubrir con un solo compañero, y con las noticias que trajo pretendió Hernán Cortés tomar á su cargo, por derecho, el reconocimiento y conquista de aquellas tierras; mas no lo consintió el Virey, que dio el cargo á D. Cristóbal de Oñate, enviando por delante á su sobrino Juan de Zaldívar, acompañado de treinta soldados escogidos. No tardó en volver éste, derrotado y hambriento, haciendo terrible pintura de los trabajos experimentados al pasar por riscos y breñas, topando con indios bárbaros.

Ordenó D. Antonio de Mendoza que tales nuevas se guardaran con

  1. Entiéndase que es Villagrá el que lo dice.