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MEMORIAS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

Agriado aún más el carácter, receloso después de sentir los efecto del veneno que estuvo á punto de causar su muerte, influido por la soledad de los bosques que atravesaba, se hizo cada vez más retraido é irresoluto; adquirió la manía de los Jesuítas, atribuyéndoles las contrariedades, sospechando que por todas partes le tendían lazos, le espiaban y amenazaban su existencia, ganando á los que iban en su compañía.

Tal era Roberto Cavelier de La Salle, al presentarse en París al Ministro y al Rey que quiso escuchar de su boca la narración del viaje. El primero, con la altanería del normando y la suavidad del perulero; las vacilaciones del uno y la seguridadd del otro en la fijación de los lugares; las ofertas tan distintas, de pieles de cíbola y minas de plata que hacían, formó paralelo nada ventajoso al héroe de la Luisiana, que así por befa llegaron á apellidarle sus compatriotas [1]; y visto el mal aspecto que tomaba su causa, los interesados en ella le aconsejaron que dejando á un lado las ideas comerciales, por contentar á Segnelay é instruirse, se acercara á Peñalosa, le adulara incensándole ausente y presente [2], procurando por cualquier medio ganar su confianza, sin olvidar decirle que no quería tener en la empresa más parte que la que el mismo Peñalosa designara.

Dócilmente siguió la indicación, que le proporcionó como se esperaba, el examen de los planos y memorias del criollo, y el de los papeles españoles que Segnelay había reunido en su gabinete, rectificando con ellos la idea vaga de su propio itinerario, que le indujo á sostener no había entrado en el golfo de Méjico por la bahía del Espíritu Santo, sino por el meridiano de Pánuco [3]. No tuvo ahora inconveniente en suscribir que el río Bravo de que hablaba el proyecto del Conde de Santa Fé y el Misisipi, eran uno mismo [4]; que allí -había plantado él las armas del Rey Luis, á las que los salvajes ofrecían sacrificios, habiéndose reunido, atraídos por la dulzura de su llamamiento más de diez y ocho mil almas que sólo esperaban una orden para lanzarse contra los españoles, cuya tiranía odiaban [5]. Formuló también plan reservado que dio al Ministro, ofreciendo apoderarse de Nueva Vizcaya (que no conocía), atacándola por tres

  1. Ibid. Tomo II, pág. 457.
  2. Ibid. Tomo III, pág. 75. Je luy conseillerois donc de le flatter, le vanter absent et présent, et par tous moyens entrer dans sa confidence.....
  3. Ibid. Tomo II, pág. 355.
  4. Ibid. Tomo III, pág. 55.
  5. Ibid. Tomo II, pág. 360.