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DON DIEGO DE PEÑALOSA

los de los españoles, les acordará nuevos privilegios y disminuirá en una mitad todos los derechos que se pagan al Rey de España, declarando al mismo tiempo, que deseando S. M. usar de toda clemencia con ellos, autoriza durante cierto tiempo á los afectos al servicio de España á que puedan retirarse con pasaporte á donde les plazca, y que S. M. concederá las tierras que abandonen á los criollos que tomen su partido.

»Otra declaración hará falta para conciliar la amistad del pueblo compuesto de indios, mestizos, mulatos y negros cristianos, á saber: que no consintiéndolas leyes en Francia que ningún cristiano sea esclavo, S. M. concede la libertad á cuantos se hallen en este caso, y no consentirá en lo sucesivo que los amos les obliguen á trabajar en las minas ni en otra parte sin mutuo convenio por tiempo limitado, ni que tengan derecho de vida ó muerte sobre ellos, autorizándolos á dejar el servicio de los amos que no cumplan el contrato, y de presentarse al Gobernador general por S. M., que les hará distribuir tierras de cultivo como á los otros habitantes libres

»La publicación de ambas declaraciones contribuirá á arrojar por completo á los españoles, que han usado de máximas enteramente contrarias y que no han imperado hasta aquí más que por inaudita crueldad, exterminando la mayor parte de la población, y teniendo á la que resta en dura esclavitud.

»Para la conservación de tan importante conquista, se necesitarán tres fortalezas principales; una en Pánuco, punto del desembarque; otra en Durango ó en el Parral, centro del país, y la tercera en la mar del Sur, en la provincia de Culiacán; y estas tres fortalezas aseguran á S. M. la posesión de Nuevo Méjico, de que se ha de sacar gran riqueza, cortando toda comunicación entre este gran país y el antiguo Méjico. Enlazadas estas provincias se sostendrán por sí mismas, constituyendo para S. M. un estado muy considerable desde el golfo de Méjico hasta la mar del Sur.

»Se han pedido á S. M. dos buques de 30 á 36 cañones, con víveres, municiones y armas, y que se digne enviar órdenes á Santo Domingo para la leva de 1.200 flibusteros. Posteriormente se ha sabido que 800 ó 900 están actualmente en campaña contra los españoles, y ha de hacer falta tiempo para reunirlos; por tanto, sería conveniente hacer marchar á Santo Domingo al Conde de Peñalosa y que llegue antes de Setiembre, que es la época en que todos los flibusteros regresan de las expediciones por causa de los huracanes, y que así él como el nuevo gobernador de la isla por S. M., el señor de Gussy, se ocupen durante el invierno en escojer los más valientes y más propios á la empresa, y que