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DON DIEGO DE PEÑALOSA

venedizo extranjero; masía insufrible altivez del descubridor francés, los informes del Gobernador general del Canadá, el descrédito con que sus compatriotas lo consideraban, le ponían en lugar inferior respecto al perulero insinuante, sociable, meloso, que por entero había conquistado la estimación del Ministro.

Los que habían tomado á empeño la expedición se habían dividido ahora, favoreciendo á La Salle el abate Renaudot, mientras su compañero Bernou, con fundado criterio y sólidas razones en pro de los intereses de su nación, se pronunciaba por Peñalosa. Gabart de Villermont con uno y otro quería salir ganancioso; pero se inclinaba también hacia el español, acaso porque vería la corriente de las impresiones de Segnelay. Bernou procuró en esta situación armonizar las dos aspiraciones, fundiéndolas en un solo pensamiento, y logró que el plan anterior se modificase, formulando otro nuevo que se presentó al Rey con respuesta á las objeciones que pudieran ocurrirle ó que le habían ocurrido ya, y mostrando la mano del Conde de Santa Fé en la redacción y la preferencia que el Ministro le acordaba. Decía la Memoria, tercera en el número:


Proyecto de ocupación de Pánuco y de las minas de Nueva Vizcaya con los flibusteros de la costa de Santo Domingo [1].


Enero de 1684.


«Habiendo declarado los españoles la guerra á Su Majestad, parece que está en pleno derecho de servirse de los medios que Dios le ha dado en provecho de determinación tan temeraria, y entre esos medios los más ventajosos para él y más ruinosos á la monarquía de España serían las conquistas que puede hacer S. M. en las Indias occidentales. La facilidad del éxito invita doblemente, como ha de verse en el texto de la presente Memoria.

»Hace algún tiempo que se ofreció á S. M. en escrito presentado al Sr. Marqués de Seigneley, el establecimiento de una colonia francesa en la boca del Río-Bravo, que sale al golfo de Méjico á sesenta leguas de Pánuco, última posesión de los españoles hacia el lado de la Florida, y esto no sólo con el propósito de hacer un comercio de consideración, sino con el de aprovechar la primera declaración de guerra para conquistar una de las mejores provincias de los españoles, llamada Nueva Vizcaya,

  1. Margry.— Mémoires et documents. Tomo III, pág. 48.