y el deseo de mantener tan buenos súbditos á Su Majestad, es uno de los motivos de la colonia nueva que se propone. Para ello, no se solicita otra cosa que autorización de conducirlos al lugar designado, con oferta de costear todos los gastos del establecimiento.
»Desde la isla de Santo Domingo á la boca del Río-Bravo, no hay más que diez ó doce días de navegación, y no estando esta ocupada por europeos, ninguna nación tiene derecho á oponerse ni á quejarse.
»Las ventajas de la colonia son:
1° »Que estando en la boca de este gran río, es susceptible de comercio considerable con los pueblos vecinos, proveyéndoles de mercancías europeas que nosotros podemos darles más baratas que los españoles, á causa del trasporte por más de 300 leguas de camino por tierra que ellos tienen que hacer desde Veracruz, donde desembarcan, hasta los mismos pueblos.
2.° »La colonia podrá criar fácilmente mucho ganado, y producir otras mercancías, sin contar las que se saquen de los vecinos para Francia.
3.° »Como el interior del país abunda en minas de oro, plata, cobre, plomo y otros metales, es de esperar que á ejemplo de los españoles, las descubrirá y explotará la colonia con gran utilidad, pagando los derechos de S. M.
»Y la mayor de las ventajas de la colonia consiste en que una vez establecidos los filibusteros en Tierra firme, con buenos jefes, que se ofrecen á conducirlos y que tienen perfecto conocimiento del país, estarán dispuestos á operar en la primera guerra que haya contra España, y cuando el Rey tenga á bien consentirlo, harán por S. M. una conquista importante, la de Nueva Vizcaya, provincia en que radican muchas y abundosas minas de plata, á poca distancia de la colonia, entre ellas las de Heudehé, de San Juan de Guncame, de Sombrerete, de Sonora y las del Parral, recientemente descubiertas y más ricas que todas las otras, á más de las que se hallan las de oro de San Diego, y las de plomo de Santa Bárbara, minas que producen á los españoles más oro y plata que todas las otras de Nueva España.
»Será fácil á los filibusteros hacerse dueños de esta provincia, porque se sabe con certeza por personas bien instruidas, que no hay allí más de 400 á 500 hombres de armas tomar, tan mal dispuestos y poco aguerridos, que bastan 200 flibusteros para derrotarlos y echarlos de la tierra. Sólo podrían ser socorridos desde la ciudad de Méjico que dista sobre 250 leguas, en cuyo tránsito hay muchos terrenos desiertos, siendo de advertir, que la mayor leva que pudiera hacer el Virey en el estado presente,