Página:Divertidas aventuras del nieto de Juan Moreira (1911).djvu/379

Esta página no ha sido corregida
— 371 —

—¿Qué don Mauricio?

—Rivas. Un jovencito que viene á comer.

—¿Uno que escribe «sobre» los diarios?

—Ése.

—Todavía no vino.

Esperé, domando los nervios.

Por fin, vi acercarse un jovencito que debía parecerse á mí, cuando hacía mis primeras armas en Los Sunchos. Llamé al mozo.

—¿Es ése?

—No. Ése es un amigo. Todos los que vienen se parecen...

Á la media hora, él mismo me señaló un joven ojinegro, pelinegro, como Teresa, tímido en el andar y la expresión, como Teresa, pero con algo en la mirada, especie de resolución heroica y tierna á la vez.

—¿Es usted don Mauricio Rivas?

—Servidor. ¿Á quién tengo la honra?

—Habla usted con un hombre de quien acaba de decir que no lo quiere mal...

—No me doy cuenta—murmuró sorprendido.

—¿Tiene usted dos minutos que dedicar á un desconocido? En tal caso, hágame el favor de sentarse...

Se sentó, tímido, contrastando con la violencia de su escrito.

—Impulsivo—pensé.—Si yo soy el nieto, ¡tú eres el biznieto de Juan Moreira!...

Él estaba cortado, esperando un acontecimiento que no sabía adivinar, ni siquiera sospechar.

—Tome usted un poco de vermouth.

—Bien.

—Mis compañeros me esperan para comer—agregó.—Desearía saber qué me vale este honor...

—He leído su artículo de El Chispero. Es